PURGATORIO

Definamos el Purgatorio así: Región molecular inferior; zona de tipo Sub-Lunar; Astral sumergido (KAMA-LOKA secundario). En el mundo Purgatorial debemos freír las semillas del mal; aniquilar larvas infra-humanas de todo tipo; purgarnos de toda corrupción; purificarnos radicalmente.

El Dante Allighieri hablando sobre el purgatorio dice:

“Nos aproximamos hasta llegar al sitio que antes me había parecido ser una rotora, semejante a la brecha que divide un muro; y vi una puerta, a la cual se subía por tres gradas  de diferentes colores, y un portero que aún no había proferido ninguna palabra”.

“Y como yo abriese cada vez más los ojos, le vi sentado sobre la grada superior, con tan luminoso rostro, que no podía fijar en él la vista. Tenía en la mano una espada desnuda, que reflejaba sus rayos hacia nosotros de tal modo, que en vano intenté fijar en ella mis miradas”.

“Decidme desde ahí: ¿Qué queréis? -empezó a decir – ¿Dónde está el que os acompaña? Cuidad que vuestra llegada no sea funesta”. “Una dama del cielo, enterada de estas cosas -le respondió mi Maestro -, nos ha dicho hace poco: “Id allí; aquella es la puerta”.  “Ella guía felizmente vuestros pasos -replicó el cortés portero- llegad, pues y subid nuestras gradas”.

“Nos adelantamos; el primer escalón era de mármol blanco, tan bruñido, sólido y tenso, que me reflejé en él tal como soy; el segundo, más oscuro que el color turquí, era de una piedra calcinada y áspera, resquebrajada a lo largo y de través; el tercero, que gravita sobre los demás, me parecía de un pórfido tan rojo como la sangre que brota de las venas. Sobre este último tenía ambas plantas el Ángel de Dios, el cual estaba sentado en el umbral, que me pareció formado de diamante. Mi guía me condujo de buen grado por los tres escalones, diciendo: pide humildemente que se abra la cerradura”.

“Me postré devotamente a los pies santos; le pedí por misericordia que abriese, pero antes me di tres golpes en el pecho. Con la punta de su espada me trazó siete veces en la frente la letra “P”, y dijo: Procura lavar estas manchas cuando estés dentro”.

“En seguida sacó de debajo de sus vestiduras, que eran del color de la ceniza o de la tierra seca, dos llaves, una de las cuales era de oro y la otra de plata; primero con la blanca y luego con la amarilla, hizo en la puerta lo que yo deseaba”.

“Cuando una de las llaves falsea, y no gira con regularidad por la cerradura -nos dijo-, esta entrada no se abre. Una de ellas es más preciosa; pero la otra requiere más arte e inteligencia antes de abrir, porque es la que mueve el resorte”.

“Pedro me las dio, previniéndome que más bien me equivocara en abrir la puerta, que en tenerla cerrada, siempre que los pecadores se prosternen a mis pies”.

“Después empujó la puerta hacia el sagrado recinto, diciendo: Entrad; más debo advertiros que quien mira hacia atrás vuelve a salir”.

“Entonces giraron en sus quicios los espigones de la sacra puerta, que son de metal, macizos y sonoros; y no produjo tanto fragor, ni se mostró tan resistente la de la roca Tarpeya, cuando fue arrojado de ésta el buen Metelo, por lo cual quedó vacía. Yo me volví atento al primer ruido, y me pareció oír voces que cantaban al son de dulces acordes: “TE DEUM LAUDAMOS”.

“Tal impresión hizo en mí aquello que oía, como la que ordinariamente se recibe cuando se oye el canto acompañado del órgano, que tan pronto se reperciben como dejan de percibirse las palabras”.

(Véase la divina Comedia del Dante).

SAMAEL AUN WEOR

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