LA CARIDAD UNIVERSAL

Un análisis a fondo nos lleva a la conclusión de que la caridad debe ser consciente. Amor es Ley, pero Amor Conciente.

Los grandes de la tierra constantemente dicen: “Yo doy muchas limosnas, yo soy muy caritativo”… Cuando algún poderoso se gasta unos pocos pesos en alguna obra de beneficencia pública, lo pregona a los cuatro vientos por medio de la prensa y la radio, y todo el mundo dice: “Este es un hombre bueno”… Sin embargo, a pesar de tanto pregón y de tanta propaganda, las calles de la ciudad están llenas de hombres que perdieron el empleo, de madres que se entregan por un pedazo de pan para sostener a sus hambrientos hijos. De lisiados que mendigan o que tratan de trabajar vendiendo loterías, periódicos, etc., para no morir de hambre; de padres de familia buscando trabajo, etc., etc., etc. Y sin embargo se habla de CARIDAD… Esa es la triste ironía del mundo. ¿Dónde está la caridad?

Existe en el ser humano una tendencia fatal a considerarse siempre superior a los infelices de la vida. El banquero, el hombre de negocios, la dama elegante, pasan por la calle, arrogantes, altivos, y cuando encuentran en su camino un paria de la vida, no lo miran y si lo hacen es para arrojarle con soberbia una moneda. No quieren darse cuenta estos soberbios, que el mendigo, el inválido, el hombre sin trabajo, la madre hambrienta, no son menos que nadie. Que son iguales a nosotros. Que son nuestros HERMANOS.

Todos somos humanos y como tales formamos una gran familia: LA FAMILIA HUMANA. El dolor de cualquier ser humano afecta en una u otra forma a toda la familia.

La Caridad bien entendida significa el pleno reconocimiento de los Derechos Humanos. No es justo que unos pocos tengan la dicha de tener casa propia, lujoso automóvil, rentas, etc., etc., mientras la gran mayoría sucumbe de miseria. No es justo que la dama elegante goce en su mansión, mientras en la puerta se sienta cansada y hambrienta la madre pobre que clama un pedazo de pan. Todos somos humanos, la sangre que corre por las venas del infeliz, corre también por las venas del poderoso. Es la misma sangre de la Familia Humana.

Es absurdo mirar con desprecio a nuestros semejantes, a nuestros hermanos; es ilógico considerar a todos como seres extraños, nadie puede ser extraño en la familia. El poderoso ayuda al poderoso, el gobierno ayuda al “ilustre” y abandona al infeliz a su propia suerte.

La Sociedad actual necesita pasar por una verdadera y justa REFORMA SOCIAL. Eso es el Cristo Social. Necesitamos avivar la llama del espíritu con la fuerza del AMOR. Necesitamos desarrollar la Comprensión Creadora.

Samael Aún Weor

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