EL CARACOL DE LA EXISTENCIA

Amigos míos, vamos hoy a hablar ampliamente sobre la línea espiral de la vida.

Mucho se ha dicho sobre la doctrina de la transmigración de las almas, expuesta por  el Sr. Krishna  en  la tierra  sagrada  de  los  Vedas,  hace  unos  mil años  antes de Jesucristo.

Ya en pasadas pláticas hemos expuesto todos esos procesos de la rueda del Samsara.

Hemos dicho con entera claridad, hemos repetido hasta la saciedad, que a cada alma se le asignan 108 vidas para su autorrealización íntima.

Incuestionablemente, aquellos que fracasan durante su ciclo de manifestación, aquellos que no logran la autorrealización dentro del número de existencias asignadas. es obvio que descienden dentro del reino mineral sumergido, al Avitchi indostán al Tártarus Griego al Averno romano.

Resulta palmario y evidente que la involución dentro de las entrañas del planeta en que vi vimos es terriblemente dolorosa.

Recapitular procesos animalescos, vegetaloides, mineraloides en vía francamente degenerativa no es ciertamente muy agradable.

Afirmamos también en nuestras pasadas pláticas que después de la Muerte Segunda, la Esencia, eso que tenemos de alma, reasciende evolutivamente desde el reino mineral hasta el animal intelectual, equivocadamente llamado hombre, pasando por las etapas vegetal animal.

Sin embargo, hay en esta ley-de la transmigración de las almas algo que no hemos dicho. Hemos citado la ley del eterno retomo, hemos mencionado esotra ley conocida como recurrencia; mas debemos aclarar que estas dos citadas leyes se desarrollan y desenvuelven sobre la línea espiral de la vida.

Esto significa que cada ciclo de manifestación se procesa en espiras o curvas cada vez más altas dentro de la gran línea espiral del Universo.

Como quiera que esto también suele ser un poco abstracto, me veo en la necesidad de aclarar mejor, a fin de que todos ustedes puedan comprender profundamente la Enseñanza.

Al escaparse la Esencia después de la Muerte Segunda, al resurgir, al salir nuevamente a la luz del Sol, obviamente transformada en gnomo, habrá de reiniciar un nuevo proceso evolutivo, pero dentro de una octava superior. Esto significa que tal criatura elemental mineral, se hallará indudablemente dentro del reino mineral con un estado de conciencia superior al que tenía cuando iniciaba evolución similar en el anterior ciclo de manifestación.

Al proseguir con estas explicaciones, no deben olvidar que cualquier ciclo de manifestación incluye evoluciones en los reinos mineral, vegetal, animal y humana (en este último se nos asignan siempre 108 existencias. Si examinamos un caracol, veremos, curva sobre curva, algo semejante a una escalera de tipo espiraloide. Es evidente que cada uno de estos ciclos de manifestación se desarrolla en curvas cada vez más altas.

Ahora os explicaréis por qué motivo existe tanta variedad de elementales minerales, vegetales, animales y diversos grados de inteligencia entre humanoides.

Incuestionablemente, es muy grande la diferencia entre los elementales minerales que por vez primera comienzan como tales y aquellos que ya han repetido el mismo proceso muchas veces.

Lo mismo podemos decir sobre los elementales vegetales s animales, o sobre los humanoides.

Como quiera que los ciclos de manifestación son siempre tres mil, el último de éstos realmente se encuentra en una octava muy alta.

Aquellas Esencias que dentro de las tres mil vueltas de la rueda no lograron la maestría, se absorben en su chispa virginal para sumergirse definitivamente entre el seno del Espíritu Universal de Vida.

Es notorio, palmario y evidente, que durante los ciclos de manifestación cósmica hemos de pasar por todas las experiencias prácticas de la vida.

Indubitablemente, cualquier Esencia que haya pasado por los tres mil ciclos de manifestación, ha experimentado también tres mil veces los horrores del Abismo y, por ende, ha mejorado o y adquirido autoconciencia.

Así pues, tales Esencias tienen, de hecho, pleno derecho a la felicidad divina. Desafortunadamente, no gozarán de la maestría, no la adquirieron y por ello no la tienen.

Ya en pláticas anteriores dijimos que no a todas las mónadas divinas o chispas virginales les interesa la maestría.

Ostensiblemente, no son las chispas virginales o mónadas divinas las que sufren, sino la Esencia, la emanación de las citadas chispas, lo que de alma tenemos cada uno de nosotros.

Los dolores pasados por toda Esencia, ciertamente, vienen a ser bien recompensados porque, a cambio de tantos sufrimientos, se adquiere autoconciencia y felicidad sin limites.

Maestría es diferente. Nadie podría lograr el adeptado sin los tres factores de la Revolución de la Conciencia, expresados claramente por Nuestro Señor El Cristo: “El que quiera venir en pos de mí, niéguese a si mismo, tome su cruz y siga-me”.

Negarse a si mismo significa disolución del yo. Tomar la cruz, echarla sobre nuestros hombros, significa trabajar con la sexo-yoga, con el Maithuna, con la Magia Sexual. Seguir al Cristo equivale a sacrificarse por la humanidad, a dar la vida para que otros vivan.

Las chispas virginales que no alcanzaron la maestría durante los tres mil ciclos de manifestaciones ven a los maestros, a los dioses, en forma similar al modo que las hormigas ven a los humanoides.

Dicen las tradiciones aztecas que en el amanecer de la vida se reunieron los dioses allá en Teotihuacán, con el propósito de crear al Sol. Aseveran que encendieron un gran fuego y que luego invitaron al dios del caracol para que se lanzara en aquella hoguera, mas éste, después de tres intentos, tuvo gran pavor.

Los cantos sagrados aseveran solemnemente que el dios Purulento, lleno de gran valor, se lanzó al fuego. Al ver esto el dios del caracol, imitó su ejemplo y entonces toda la asamblea de dioses, silenciosos, aguardaron a ver qué sucedía.

Cuentan las leyendas que dentro del fuego vivo brotó, otra vez formado, el Purulento, convertido en el Sol que hoy en día nos ilumina.

Minutos después, en aquella gran hoguera, resurgió el dios del caracol convertido en la Luna que en la noche nos ilumina

Esto significa, queridos amigos, que si queremos transformarnos en dioses, en maestros, debemos imitar al Purulento, incinerar el Ego, el Yo, mediante el fuego sexual. Sólo mediante el fuego muere el Purulento, el mi mismo, el sí mismo.

Sólo mediante el fuego podemos convertirnos en dioses solares terriblemente divinos.

Desafortunadamente, no a todas las chispas virginales les interesa la maestria; la mayor parte, los millones de criaturas que viven sobre la faz de la Tierra prefieren el sendero del caracol, el camino lunar.

P- Venerable Maestro, al principio de esta importante disertación nos dice que al descender la Esencia a los Mundos Infiernos, se va recapitulando estados animaloides, vegetaloides y mineraloides. ¿Tuviera la amabilidad de explicamos la palabra recapitular?

M- Con el mayor placer daré respuesta a la pregunta del caballero. Quiero que ustedes, amigos míos, comprendan bien lo que es la recapitulación animálica, vegetaloide y mineraloide abismal.

Descender involucionando entre las entrañas del mundo soterrado es radicalmente diferente al ascenso evolutivo sobre la superficie de la Tierra.

La recapitulación animálica en el Abismo es de tipo degenerativo, involutivo, descendente, doloroso.

La recapitulación vegetaloide, entre las entrañas de la.

Tierra, es espantosa. Los que por tales procesos pasan, parecen más bien sombras que se deslizan por aquí por allá y acullá en sufrimientos inenarrables. La recapitulación involutiva descendente mineral entre las entrañas del mundo en que vivimos es más amarga que la muerte misma. Las criaturas se fosilizan, se mineralizan y se desintegran lentamente entre tormentos imposibles de explicar con palabras.

Después de la Muerte Segunda, la Esencia se escapa, resurge a la luz del Sol para recapitular procesos similares en forma evolutiva, ascendente, inocente y feliz.

He ahí pues, amigos míos, la diferencia entre recapitulaciones involutivas y evolutivas.

En todo caso, todos estos infinitos procesos involutivos y evolutivos son de tipo exclusivamente lunar y se desenvuelven claramente dentro del caracol universal.

P- Maestro, nos explica usted que con cada cido de existencias los elementales, en el proceso evolutivo, van despertando Conciencia porque se va procesando en octavas mas elevadas. ¿Este despertar de Conciencia es acaso el resultado de los sufrimientos por la involución o es el resultado del proceso ascendente?

M- Distinguido amigo, es bueno que usted entienda que la Conciencia sufre tanto en los procesos evolutivos como en los involutivos y que, por lo tanto, a base de tantos esfuerzos y sacrificios, va despertando progresivamente.

Millones de humanoides tienen la Conciencia profundamente dormida, mas al entrar en el Abismo, después de las 108 existencias de cualquier ciclo de manifestación, despiertan inevitablemente en el mal y para el mal.

Lo interesante en este caso es que, de todas maneras, despiertan, aunque sea para justificar sus errores en los Mundos Infiernos.

Cualquier iluminado clarividente podrá evidenciar por si mismo el hecho de que los elementales inocentes están despiertos en el sentido positivo evolutivo.

Vemos, pues, dos tipos de Conciencia despierta: primero, el de las criaturas inocentes de la Naturaleza; segundo el de los humanoides involucionantes del Abismo.

Existe una tercera clase de gentes despiertas. Me refiero a los maestros, a los dioses, pero no es de ellos de quienes en este preciso instante nos estamos ocupando.

Incuestionablemente, dentro de la rueda del Samsara, girando con la misma, existen Conciencias inocentes despiertas y también criaturas involucionantes abismales, despiertas en el mal y para el mal.

P- Maestro, cuando usted menciona eso de octavas mas elevadas en espiras mas altas me desconcierta, porque estoy acostumbrado a pensar en octavas en función de las notas musicales, que se relacionan con la transmutación del fuego serpentino, ¿quisiera usted aclararme esto?

M- Indudablemente, las octavas del caracol se procesan musicalmente con las notas do, re, mi, fa, sol, la, si, en forma graduativa. Si observamos cuidadosamente una escalera espíraloide, veremos una sucesión de curvas cada vez más altas, en forma tal que van precedidas por las más bajas. Esta formación, esta distribución de las curvas en la forma de cualquier espiral, es suficiente como para comprender que, entre octava y octava, existen también pausas musicales.

A cada una de estas pausas corresponde un descenso abismal. Las tres mil vueltas de la rueda resuenan, pues, incesantemente como un todo único dentro de los ritmos del Mahavan y del Chotavan que sostienen al Universo firme en su marcha.

P- Maestro, siendo la Esencia buena, ¿por qué viene a sufrir a este mundo?

M- Amigos míos, la Esencia en si misma está más allá del bien y del mal, es absolutamente inocente, pura y sana.

Sufre la Esencia cuando queda enfrascada entre el Ego, mas, disuelto éste, la Esencia deja de sufrir.

Ciertamente, las Esencias del planeta Tierra quedaron enfrascadas entre el mi mismo, debido a una equivocación de los dioses. Ya dijimos en pasadas pláticas que ciertos individuos sagrados, con el propósito de darle estabilidad a la corteza geológica de nuestro mundo, le dieron a la humanidad el abominable órgano Kundartiguador.

Cuando tal órgano desapareció, quedaron las consecuencias dentro de cada persona y estas últimas cristalizaron convirtiéndose en el Ego, una especie de segunda naturaleza dentro de la cual quedó enfrascada lamentablemente la Esencia.

Sí esa segunda naturaleza no existiera, la Esencia estaría libre y feliz. Desgraciadamente, existe como resultado del abominable órgano Kundartiguador.

P- Maestro, se dice que somos hijos de Dios y que Dios es perfecto, entonces, ¿por que envía a sus hijos a sufrir?

M- Contesto con el mayor placer esta pregunta que sale del auditorio. Señores y señoras, ha llegado la hora de saber que todos nosotros somos hijos del Diablo.

Por favor, les ruego que no se asusten; ya sabemos que el señor Satanás o Lucifer-Prometeo es exclusivamente la sombra de nuestra propia divinidad interior, proyectada dentro de nosotros mismos para nuestro bien.

Es evidente que Lucifer es el gran entrenador que llevamos dentro. Por ello, el impulso sexual en el fondo resulta luciférico.

No es pues el Diablo, como ya explicamos en pasadas pláticas, aquel personaje fabuloso que nos presentan algunas sectas dogmáticas sino el instructor Personal de cada cual.

Es pues la fuerza luciférica la que lleva a los humano des al triunfo 0) al fracaso, a la generación o a la regeneración.

Desde este punto de vista, podemos asegurar que nosotros somos hijos del Diablo y esto está dicho por Nuestro Señor el Cristo: “Hijos del Diablo sois”, dijo el gran Maestro, porque si fueseis hijos de Dios, las obras de Dios haríais”. Es necesario hacemos hijos de Dios y esto solamente es posible con los tres factores de la revolución de la Conciencia, tal como los hemos citado en esta plática.

Hijo de Dios es todo aquel que llega a la resurrección. Reflexionad pues en estas palabras y no presumáis de santos ni de virtuosos, porque todos vosotros hijos del Diablo sois.

Amigos, Dios no nos manda a sufrir nunca. Los sufrimiento os no s los hemos creado nosotros mismos con nuestros propios errores y a través de sucesivos nacimientos.

P- Maestro, si somos hijos del Diablo, ¿quién tiene mas poder sobre nosotros?, ¿el Diablo o Dios?

M- Con el mayor gusto voy a dar respuesta a esta pregunta. Hemos dicho que el Dragón es la sombra del Dios íntimo de cada uno de nosotros; resulta evidente que cada uno de nosotros es hijo de esa sombra, de ese Dragón y, por ende, dentro del estado actual en que nos encontramos, el Dragón nos controla absolutamente. Así pues, desde el punto de vista relativo y circunstancial en que nos hallamos, el Diablo tiene mas poder sobre nosotros que el mismo Dios. Esto no significa que el Diablo sea más poderoso que Dios.

Cuando la chispa inmortal resucite en nosotros, cuando nos convirtamos en hijos de Dios, entonces todo será diferente; por esos días habremos vencido al Dragón.

P- Maestro, ¿qué me dice usted de los ángeles boddisattwas y maestros caídos?, ¿qué tienen que ver ellos con la espiral de la vida?

M- Distinguidos amigos, existe un momento supremo para todos los millones de Esencias que pueblan la faz de la Tierra.

Quiero referirme en forma enfática al instante en que por vez primera nos resolvemos a entrar por el camino solar, muy distinto, por cierto, al sendero lunar.

A todos los millones o trillones de chispas virginales les llega, en instante preciso, la hora critica en que tienen que deflmrse por el camino solar o por el caracol lunar.

Cuando alguien deliberadamente escoge la Senda del Filo de la Navaja, la suerte está echada. Después de ese momento ya no hay remedio.

Aquellos que alcanzan la maestria y que después quieren volverse atrás para meterse por el Sendero Lunar, tendrán que pasar por eternidades espantosas en los Mundos Infiernos hasta conseguir, después de muchos billones o trillones de años, la aniquilación de los cuerpos existenciales superiores del Ser y la destrucción del Ego animal.

Esto significa que a mayor grado de conciencia, mayor grado de responsabilidad y el que añade sabiduría, añade dolor.

Incuestionablemente a los boddíshatwas caídos. a los ángeles negros, a lo)s arcángeles tenebrosos, es decir, a las criaturas angélicas 0) divinales sumergidas en el Abismo) por el delito) de querer tomar el Sendero Lunar después de haberse definido plenamente por el Solar, les tocará sufrir millones de veces más intensamente que a las gentes comunes y corrientes.

Conseguida la desintegración de vehículos y Ego, recomenzará de todas maneras la jornada evolutiva desde el mineral, pero con un Embrión Áureo y, por ende, con mayor Conciencia que los otros elementales de la Naturaleza hasta alcanzar el estado de humanoides.

Logrado ese objetivo, como quiera que poseen el Embrión Áureo, tales seres habrán de volver al Sendero Solar para crear nuevamente sus cuerpos existenciales superiores y reconquistar el estado Angélico o arcangélico, etc., que otrora rechazaran.

Otra es la suerte de las chispas virginales que jamás eligieron el Camino Solar; éstas, convertidas en simples elementales de la Naturaleza, se sumergirán con su Esencia entre el océano universal de la vida libre en su movimiento.

Se trata de seres que prefirieron la vida elemental, que no aspiraron a la maestría, que siempre gozaron entre el seno de la gran Naturaleza y que ahora, como destellos de la divinidad, vuelven a la misma para siempre.

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