Mensaje Supremo de Navidad 1955

Hermanos míos:

Hoy hace 1955 años nació en este pesebre del mundo el Niño Dios de Belén. Ya estaba escrito por el profeta:

“Y tu Bethlehem (Bethlemen), de tierra de Judá, no eres muy pequeña entre los príncipes de Judá; porque de ti saldrá un guiador que apacentará a mi pueblo Israel”.

Hijitos míos: Ya sabéis vosotros hermanos de mi alma, que dentro de vosotros mismos, en el fondo de vuestras conciencias, mora el Íntimo. Ya lo sabéis; Yo mismo os lo había enseñado.

Ahora quiero que sepáis que el Íntimo, con toda su grandeza y con toda su majestad, no es más que el hijo primogénito del Yo-Cristo.

El Yo-Cristo es la corona de la vida. Es nuestro resplandeciente dragón de sabiduría, es nuestro divino Ser. Es el Yo Soy, de donde emanó el Íntimo mismo.

“Este es el pan que desciende del Cielo, para que el que de él comiere no muera.

“Yo soy el pan vivo que he descendido del Cielo: Si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo.

“El que come mi carne y bebe mi sangre, tendrá vida eterna; y yo lo resucitaré en el día postrero.

“Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. “El que come mi carne y bebe mi sangre, en mi mora y yo en él”.

Nuestro Yo-Cristo es nuestro Real Ser, nuestra corona sephirótica, la corona de la vida, de donde emanó el Íntimo mismo.

“Sé fiel hasta la muerte, y Yo te daré la corona de la vida”.

El alma que levante sus siete serpientes sobre la vara, recibe la corona de la vida.

El alma que se vista con las siete lenguas de fuego de pentecostés, recibe la corona de la vida.

“Y una grande señal apareció en el Cielo: Una mujer vestida del sol, y una luna debajo de sus pies, y sobre su cabeza una corona de doce estrellas”.

Esta mujer es toda alma que haya recibido el Espíritu Santo.

Esta mujer es toda alma que haya levantado sus siete serpientes sobre la vara, tal como lo hizo Moisés en el desierto.

El que encienda todos sus fuegos sexuales, ciñe sobre sus sienes la corona de doce estrellas. Abre sus doce sentidos totalmente, y se convierte en ángel.

“Y estando preñada clamaba con dolores de parto y sufría tormento por parir. “Y ella parió un hijo varón, el cual había de regir todas las gentes con vara de hierro: y su hijo fue arrebatado para Dios y a su trono”.

El alma que enciende todos sus fuegos sexuales, pare un hijo varón, su Yo-Cristo, el cual es uno con el Padre.

El Alma que enciende sus fuegos, recibe la corona de la vida. Esa es la Navidad del corazón.

Inútilmente habrá nacido Cristo en Belén, si no nace en nuestro corazón también. El sol que nos alumbra es tan solo una tajada desprendida del sol central espiritual.

El sol central es el Gran Aliento emanado del absoluto, el ejército de la voz, el Cristo cósmico, las huestes de la aurora de la creación, el Verbo.

Nuestro Yo-Cristo es el Verbo. El que logre encarnar al Yo-Cristo, se convierte en un Cristo.

En la unión del phalo y del útero se encierra la clave de todo poder. Así es como el Verbo se hace carne en nosotros.

“Aquel era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre que viene a este mundo.

“Juan dio testimonio de él, y clamó diciendo: Este es el que yo decía: El que viene tras de mí, es antes de mí; porque es primero que Yo”.

Cuando el varón y la hembra aprenden a retirarse del acto sexual sin eyacular el licor seminal, reciben el fuego sagrado de pentecostés y se preparan para encarnar la Palabra.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.”

“Todas las cosas por él fueron hechas; y sin él nada de lo que es hecho fue hecho”.

“En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres.

“Y la luz en las tinieblas resplandece, más las tinieblas no la comprendieron”.

Que la paz sea con la humanidad doliente.

SAMAEL AUN WEOR

1 Response

  1. Rocío Marín says:

    Anhelo el conocimiento.

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