LA PARÁBOLA DEL HIJO PRÓDIGO

“El Evangelio nos habla a nosotros del “Hijo Pródigo”, éste tenía todo en casa, vivía feliz. Un día de esos tantos, deseoso de aventuras, habla a su padre y le dice:

– Señor, dadme la herencia que me pertenece porque me voy…

El padre le entregó la herencia y el hijo se fue.

En otras tierras, aquel hijo malbarató su fortuna en placeres, licores, en las mujeres de vida licenciosa, etc.

Ya en la amargura, cuando había perdido todo su capital, cuando no le quedaba un solo centavo, buscó trabajo; nadie le quiso dar trabajo. Al fin, después de mucho sufrir, consiguió que por ahí le entregaran el trabajo de pastor, pero no de ovejas sino de cerdos.

¿Ustedes saben eso de estar pastoreando cerdos? No es nada agradable. Sufría el pobre hombre ahí, en una pocilga (en un “chiquero”, como decimos por aquí), cuidando cerdos. Se alimentaba con las algarrobas que caían de un árbol; las gentes no le daban de comer, tenía hambre; ganaba cualquier miseria; entre el lodo hecho un infeliz.

Sin embargo, se acordaba de su padre que tenía mucho dinero, de la casa de él, de su padre.

Entonces se dijo:

“Pero, bueno, ¿qué hago yo aquí? Si en mi casa hay abundancia, hay riqueza, hay de todo, alegrías, y yo, aquí, hecho un desgraciado. Mejor será que me regrese a mi casa.”

Y se puso en marcha, rumbo a su casa.

Ciertamente, mis queridos hermanos, sufrió mucho para regresar a casa. Cuando ya se acercaba a la mansión del señor, su padre, los criados le vieron y le avisaron al amo. Éste, envió inmediatamente a sus servidores y le recibieron; el mismo padre salió al encuentro y le besó en la frente.
Hubo gran alegría y ordenó el señor que lo lavaran, que le pusieran una túnica blanca y un anillo en su diestra. Aún más, ordenó que hicieran una gran fiesta.

Claro que esto fue para el padre algo extraordinario: ¡Que su hijo hubiera vuelto! Los músicos hicieron resonar sus instrumentos, y hubo danza y alegría…

Su otro hijo, su hermano, estaba ausente. Cuando regresó encontró gran algarabía, música, dicha y contento, y le preguntó a los criados de inmediato:

– ¿Qué es lo que está pasando?

Entonces le explicaron que su otro hermano había regresado, y que su padre, por tal motivo estaba contento. Entonces… …dijo:

– ¿Y cómo es posible esto, que este hermano mío, sea festejado en esa forma? ¿Si malgastó su fortuna en otras tierras, en los placeres y en sus vicios, y ahora que regresa se le hace una fiesta? Y yo, que he permanecido fiel aquí en la casa, para mí no ha habido ni siquiera un corderito para compartirlo con mis amigos; y éste le hace sacrificar una res. ¡Cuando a mí jamás se me ha recompensado!

Y llegando a la casa le hizo el reclamo a su padre. Su padre le respondió:
– Mi hijo muerto estaba, y ha resucitado. Lejos estaba de mí y ha regresado. Por tal motivo he celebrado la fiesta…

“Hay más alegría…, en la Catedral del Alma por un pecador que se arrepiente, que por mil justos que no necesitan de arrepentimiento”

Esta parábola maravillosa del Evangelio Crístico es formidable. La Esencia debe regresar a la “casa”; la Esencia, la Conciencia que tenemos dentro, debe regresar a la casa de nuestro Padre que está secreto. Cada uno de nosotros debe regresar a la casa del Padre.

Pero para que ese regreso se pueda iniciar, el CENTRO DE GRAVEDAD que nosotros tenemos, el Centro Magnético que actualmente llevamos en la humana persona, debe ser transferido a la Conciencia, a la Esencia. Sólo así, la Esencia, podrá iniciar el regreso que va desde la Personalidad hasta el Padre. Sólo así, la Esencia, podrá iniciar el viaje (larguísimo, por cierto) que va desde la Personalidad hasta las Estrellas.

Pero para que la Esencia pueda viajar, debe ir desintegrando, lentamente, todos esos agregados psíquicos donde la Conciencia está embotellada. Cuando todos los agregados sean desintegrados, cuando la Conciencia quede libre, entonces despertará. Y ya despierta, convertida en un Hombre verdaderamente Celestial, iniciará su regreso, que va desde la Personalidad hasta la Casa del Padre, el Mundo del Espíritu.

Ahora, el viaje es largo, largo y difícil; tenemos que luchar contra muchos peligros, contra muchos enemigos. Lo más grave es que los enemigos del hombre están dentro de sí mismo, dentro de su propia Personalidad. Esos “enemigos”, son nuestros agregados psíquicos que en nuestro interior cargamos.

Así que el viaje es indispensable para llegar a las Estrellas, para regresar a la casa del Padre que siempre nos ha sonreído. Pero se precisa el DESPERTAR DE LA CONCIENCIA. No podría la Conciencia despertar, para iniciar su viaje, si no desintegrara el Ego; hay que volverlo polvo, sólo así, la Conciencia libre, soberana y dueña de sí misma, despierta, inicia su viaje de regreso a la Casa del Padre. Ése es el significado de la parábola del “Hijo Pródigo”. Y es muy importante comprender esta parábola.”

(Tomado de la Conferencia del Maestro Samael Aun Weor: Claves Gnósticas Para El Rejuvenecimiento, del Compendio El Quinto Evangelio)

Vea el video aquí: La Parábola del Hijo Prodigo 

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